29 noviembre, 2009


El trayecto en ferry fue mucho peor que el del tren. La guía de Lonely Planet ya nos lo había advertido. Su autor comenta que de todos los viajes en barco que ha hecho a lo largo y ancho del mundo sólo en la ida y la vuelta a Green Island terminó vomitando.

No sé si fue debido a la sugestión, a la noche sin dormir, al té y al sándwich de atún, al mar picado o la combinación de todos los factores, pero me pasé la hora de trayecto vomitando bolsa en mano.

De no ser por lo mal que me encontraba habría tomado fotos o vídeos de la situación porque el panorama era bastante curioso. Me recordó a esas películas en las que un virus mortal infecta a toda la población mundial. En todos los rincones del barco veía caras verdes vomitando, unos tumbados en el suelo, otros apoyados en la pared tambaleantes, algunos gimoteando acurrucados en las escaleras…
¡Fue toda una experiencia!

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